Lo que “Mentiras, la serie” me enseñó sobre el amor, la amistad y las verdades que duelen

No sabíamos que necesitábamos verla hasta que no pudimos dejar de verla. "Mentiras, la serie" es puro kitsch mexicano, teatro y música para corazones rotos. Una noche bastó para entender que las historias de amor y traición no han cambiado. Lo que cambia es cómo las contamos.

No la vi solo. La vi con dos de mis mejores amigos. Fue una noche de junio, una de esas en las que el corazón no sabe si va o viene, y en la que el amor, el despecho y la amistad se mezclan como licor barato en una copa elegante. Yo estoy saliendo de una ruptura. Ellos ya me han visto llorar, repetir historias y caer en los mismos lugares comunes que cualquier persona rota visita sin darse cuenta. Y esa noche, en la sala de mi casa que nos ha visto sobrevivir otras tormentas, pusimos Mentiras, la serie y nos dispusimos a verla completa. Como quien no tiene nada mejor que hacer, salvo salvarse.

La serie, basada en el musical mexicano de José Manuel López Velarde, se estrenó en Prime Video el 13 de junio, y no necesitó más de una semana para volverse un fenómeno. En México, Costa Rica, Guatemala, Honduras, Nicaragua y El Salvador llegó directo al número uno. En el top 10 global, alcanzó el puesto 8. No me parece una casualidad. Los que crecimos viendo telenovelas, escuchando baladas ochenteras y viendo a nuestras madres cantarle a la desgracia amorosa, encontramos en esta serie entretenimiento y una especie de herencia emocional.

¿Qué significan los colores de los personajes de Mentiras, la serie?
Belinda y Luis Gerardo Méndez dan vida a Daniela y Emmanuel, los protagonistas de una historia marcada por el engaño, la música y la búsqueda de la verdad. Entre tomas, la complicidad y el drama fluyen igual que en el guion. Foto: Maria Grinda / Amazon Prime Video México / Mentiras, la serie.

Mentiras no se trata solo de Emmanuel (Luis Gerardo Méndez) y sus mujeres. Se trata de cómo todos mentimos, a veces para no incomodar, a veces porque no sabemos decir la verdad. Emmanuel no tiene color propio, y eso no es una metáfora menor. Las protagonistas sí. Daniela (Belinda) es rosa, firme y dulce, con una estética impecable hasta en la tragedia. Yuri (Regina Blandón) es azul, lógica y estructurada, con trajes sastre y mirada fría. Dulce (Diana Bovio) es verde, con la ingenuidad de quien quiere amar sin saber cómo. Y Lupita (Mariana Treviño) es naranja, atrevida, visceral, inconfundible. Emmanuel es una silueta que se adapta, se mimetiza, se desaparece.

Vimos los ocho capítulos seguidos. Nos deteníamos solo para reírnos, comentar los diálogos evidentes o corear canciones que llevábamos años sin escuchar. “Detrás de mi ventana”, “Lo siento mi amor”, “Te estás pasando”. Todo en esta serie suena familiar. Todo duele un poco. Todo sana también. Belinda canta “Él me mintió” con una furia dulce, y Mariana Treviño convierte cada escena en un ejercicio de autovaloración entre risas y muchos cubalibres. Hay humor, hay drama, hay chisme, pero sobre todo hay sororidad. Esa palabra que se ha vuelto necesaria y que aquí no suena forzada. Las cuatro mujeres descubren que han sido engañadas por el mismo hombre y, en vez de pelearse entre sí, se acompañan. Se escuchan. Se levantan.

Fue imposible no vernos ahí. No en Emmanuel, claro, sino en las mujeres. Todos hemos sido Daniela alguna vez, sospechando que hay otro (u otra, u otres), pero sin imaginar que hay tres. Todos hemos sido Yuri, racionalizando lo irracional. Todos hemos sido Lupita, hablando desde el estómago. Y todos, incluso quienes dicen no creer en nada, hemos sido Dulce, anhelando el amor aunque nos duela. Lo dijimos esa noche. Nadie sale ileso de una maratón de Mentiras.

La música y los sets de Mentiras, la serie
El universo de Mentiras, la serie no renuncia a sus raíces teatrales. Los sets evocan con fidelidad el espíritu escénico del musical original, combinando nostalgia, color y teatralidad con una estética visual desbordante. Foto: Maria Grinda / Amazon Prime Video México / Mentiras, la serie.

Visualmente, la serie es un deleite. Celebran lo kitsch y el teatro. Cada escena es una postal perfectamente cuidada, cada toma tiene colores que evocan los cuartos de nuestras tías, los peinados de nuestras madres, los vestidos que vimos en las fotos de juventud. Belinda lleva puestos archivos personales. Hay Chanel, Versace, Hermès. Ella no “lleva los vestuarios de Televisa”, ella impone moda. Los sets son tan buenos que uno perdona cuando los diálogos se vuelven explicativos. Y la música... la música lo es todo. No hay escena sin banda sonora emocional. Las letras de Amanda Miguel, Daniela Romo, Lupita D’Alessio, Mijares y Yuri son las columnas que sostienen la historia.

Claro que la serie no es perfecta. El final se siente más sencillo de lo que prometía. Hay una especie de redención incómoda para Emmanuel que ni él ni los espectadores merecemos. Mis amigos y yo lo dijimos apenas terminó. Perdonar está bien, pero a veces la narrativa insiste en perdonar lo imperdonable. ¿De verdad teníamos que entenderlo? ¿Después de todo lo que hizo?

Aun así, Mentiras es una joya. Una que brilla con luces neón, brillantina y sombra azul metálico. Una serie que nos recuerda por qué lloramos, por qué cantamos, por qué necesitamos a nuestras amigas (y amigos) para no mentirnos a nosotros mismos. Esa noche, frente a la pantalla, mientras en el capítulo final sonaba “Mudanzas” y alguien en la sala murmuraba “toda la vida”, entendí que estaba empezando a sanar. No por lo que vi en la serie, sino porque la vi acompañado.

Y como dijo Daniela, o como dijimos todos alguna vez, o como volveremos a decir: “Ojalá fuera tan pendeja como me estás tratando”. Pero no lo somos. Ya no.

Daniela Romo, leyenda de la balada romántica mexicana, aparece en la serie interpretando a la madre de Belinda. Su presencia es un guiño directo a la generación de divas como Lupita D’Alessio, Yuri y Dulce, que marcaron la música y los corazones rotos de toda una época. Foto: Maria Grinda / Amazon Prime Video México / Mentiras, la serie.

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