Ricky Mina convierte a Julio Yúdice en Hortensia para la nueva película de Arturo Menéndez

El actor salvadoreño Julio Yúdice se transforma en Hortensia bajo la guía artística de Ricky Mina para la nueva película de Arturo Menéndez. Pero esta historia no es solo de maquillaje, sino de un cine nacional que lucha por emerger y brillar.

Ricky Mina tiene un don especial para transformar un rostro en una narrativa. Ya sea en pasarelas, editoriales de moda, campañas comerciales o sets de cine, su trabajo cuenta historias que resuenan más allá de la piel. En esta plática exclusiva llena de anécdotas, nos abre las puertas a su mundo creativo y al proceso detrás de La balada de Hortensia, la nueva película de Arturo Menéndez que promete emocionar al público salvadoreño.

Todo comenzó con una llamada de Arturo Menéndez, director de la película y amigo de Ricky desde hace algunos años. Ambos ya habían colaborado en Malacrianza, pero esta vez el reto era mayor. “Cuando Arturo me compartió el guión, sentí que tenía que hacerlo. Es una historia que retrata a una generación de mujeres salvadoreñas como mi mamá: fuertes, resilientes y llenas de historias que rompen barreras”, recuerda Ricky. Inspirado por esas figuras femeninas que desafiaron el machismo y sobrevivieron tiempos de guerra, aceptó el reto con entusiasmo.

Diseñando a Hortensia
Ricky Mina en plena lectura del guion de La balada de Hortensia, un momento clave para conectar con la esencia de los personajes y aportar su visión creativa al proyecto. Foto: Efrain Chau / La Balada de Hortensia

La construcción de Hortensia, el personaje de Julio Yúdice, fue un proceso meticuloso. Julio no necesita presentación; por décadas ha entretenido a los salvadoreños con su personaje de Tenchis Celiber, una institución en la cultura pop local. “Hortensia tenía que ser distinta a Tenchis, aunque compartieran raíces culturales. Hortensia es más moderna y consciente; refleja una evolución”, explica Ricky. Este equilibrio entre lo nuevo y lo tradicional se tradujo en un maquillaje que respetaba la esencia del personaje y su contexto social.

La transformación de Yúdice iba más allá del maquillaje. Ricky describe cómo el actor pasaba de un rol a otro con naturalidad. “Es como cambiarle la peluca y de inmediato se convierte en un nuevo personaje. Es impresionante verlo trabajar”, comparte. “Es como Cantinflas en México. No podés venir y cambiarle algo; Tenchis es perfecta como es, y Julio Yúdice como actor, me declaro su fan número uno”, añade.

El cine salvadoreño es un terreno desafiante. “El presupuesto y los recursos son limitados, pero eso nos hace más creativos”, reflexiona Ricky. El acceso a recursos es una preocupación constante. “Qué triste es que siempre volvamos a este punto”, lamenta. “Yo tengo mucha pasión por mi trabajo y por lo que hago; quizá pueda seguir haciéndolo por pasión un tiempo más, pero me limita a no poder tener un equipo más grande en el área de maquillaje. Para que se vea diferente necesitamos más presupuesto, para seguir teniendo más calidad, necesitamos más presupuesto”, reflexiona.

Al hablar sobre el maquillaje para grabar durante largas jornadas, Ricky confiesa que la clave es la consistencia. “Agarrás papel y lápiz y siempre hacés lo mismo día tras día, durante 20 días. Usás exactamente la misma paleta, el mismo lápiz, y lo ponés en el mismo lugar. Nunca cambiás nada; así se trabaja”, detalla.

Uno de los mayores logros fue el diseño del personaje del actor Leandro Sánchez. “Desarrollamos cada detalle de su apariencia”, comenta Ricky. “Leandro se vio espectacular. Pienso que es el que tiene el mayor diseño después de Julio”, amplía. “De Leandro se disfruta todo: el maquillaje, el vestuario, la actuación, los sets. Fue fantástico, sinceramente”, apunta.

Una estética con raíces
Ricky Mina y su asistente Beto Cea trabajan en el camerino en la detallada caracterización de Julio Yúdice como Hortensia, un proceso que combinó precisión, creatividad y dedicación. Foto: Efrain Chau / La Balada de Hortensia

Ricky buscó referencias en la vida cotidiana salvadoreña para diseñar los looks de los personajes. “Estamos retratados todos: desde el ama de casa hasta la tortillera. Quería capturar a nuestra gente en diferentes facetas y segmentos”, comenta. La película, grabada en su totalidad en El Salvador, también es un homenaje a los paisajes y espacios que definen nuestra identidad. “El trabajo de muchos salvadoreños está retratado en este momento en el cine”, confiesa Ricky. “La gente siempre dice: ‘¿Dónde hay cine salvadoreño?’ Ahorita, en todos los cines. Para apoyar es necesario ir al cine y divertirse viendo nuestra propia cultura”, comenta.

El trabajo en equipo fue crucial para el éxito de La balada de Hortensia. Desde el vestuario de Isaac, un vestuarista guatemalteco, hasta la dirección de arte liderada por Lourdes Sandoval y Adriana Portillo de La Brújula, Ricky destaca la conexión que lograron como equipo. “Nos conocemos y nos entendemos. Esa confianza se refleja en el resultado final”, afirma. Para Ricky resulta un poco difícil reconocerse al nivel del resto del equipo, pero su trabajo habla por sí solo. “La verdad es que yo también estoy al mismo nivel. Me siento honrado de hacer equipo con estos profesionales”, admite.

Trabajar en cine le ha dejado grandes lecciones. “Aprendí que sabemos hacer cine de calidad, pero también que necesitamos más presupuesto para lograr un impacto mayor”, admite. Con proyectos internacionales y una película “dramática” —según sus palabras— en el horizonte, Ricky está listo para seguir representando con orgullo el arte del maquillaje. “Esta película que se viene es intensa y está proyectada para finales del 2025. Se va a hacer acá”, dice con cautela. “No te puedo dar mayores detalles, porque es algo muy, muy dramático y profundo. Es un proyecto muy grande que va a tomar como seis meses grabarse. Es una colaboración de varios países. Sé que hay gente española, cubana y colombiana. La directora es una salvadoreña”, adelanta.

El cine como espejo cultural
Beto Cea, Julio Yudice y Ricky Mina disfrutan un momento de risas detrás de cámaras durante las grabaciones de La balada de Hortensia. Foto: Efrain Chau / La Balada de Hortensia

Entre los momentos más memorables del set, Ricky recuerda la energía de Julio Yúdice. “Julio siempre llegaba con su actitud de ‘padre de campamento’: traía comida para todo el equipo, dulces, fruta. Transformarlo diariamente en Hortensia era un ritual lleno de risas y asombro. Su capacidad para cambiar completamente de personaje era algo espectacular de ver”, relata con una sonrisa.

Ricky cree firmemente en el poder del cine para contar historias relevantes. “El Salvador se ve precioso en esta película. Hay algo nostálgico en ver espacios como el Centro Histórico, pero también mucho orgullo al saber que lo hicimos aquí”, comparte. También menciona la apertura de la Escuela Nacional de Cine para el 2025 como un momento importante. “Espero tener la oportunidad de aportar algo. Es un sueño que puede transformar la industria”, dice emocionado. Con el estreno de La balada de Hortensia programado para este 12 de diciembre, Ricky invita al público a apoyar el cine nacional. “Si queremos que el cine crezca, tenemos que ir a verlo. Es así de simple”, concluye, con una sonrisa.

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