En honor al 101 aniversario de Ehrentraut Katstaller, la UCA presenta una exposición que rescata su contribución a la arquitectura en El Salvador. Su obra no solo marcó un hito para las mujeres en la profesión, sino que sigue siendo un símbolo de modernidad y adaptación.
La biblioteca de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA) se convierte, por unas semanas, en un espacio donde la memoria arquitectónica resiste al olvido. Entre las estanterías llenas de conocimiento, el Departamento de Organización del Espacio (DOE) presenta “Katstaller Schott, trayectoria arquitectónica”, una muestra que reivindica el legado de dos figuras clave en la modernidad salvadoreña, y que también abre un diálogo urgente sobre la fragilidad de nuestro patrimonio construido.
La exposición llega en un momento simbólico. El 101 aniversario del nacimiento de Ehrentraut Katstaller Schott, pionera de la arquitectura en El Salvador. Nacida en Viena en 1924, Ehrentraut llegó al país en 1952 junto a su esposo y socio, Karl Katstaller. Juntos diseñaron más de un centenar de edificaciones que definieron una era. Hoy, parte de su obra se enfrenta al olvido y a la demolición, un destino que esta muestra busca desafiar al rescatar su aporte para situarlo en el presente.

"Esta muestra es el resultado de más de doce años de investigación", explica Sofía Rivera, profesora asociada del Departamento de Organización del Espacio de la UCA. "No la vemos como un cierre, sino como un punto de continuidad. Esta muestra surge de un trabajo de documentación sobre la arquitectura moderna en El Salvador, donde nos encontramos con la obra de los Katstaller Schott. Nos llamó mucho la atención la cantidad de proyectos que realizaron, su capacidad para adaptarse al clima tropical salvadoreño sin perder los principios de la modernidad y, sobre todo, el papel de Ehrentraut como pionera”, agrega.
La exposición, que se presentó originalmente en el Museo Forma en noviembre pasado, anticipa la publicación de una investigación más extensa. "Ehrentraut fue la primera mujer arquitecta en incorporarse a la Dirección de Urbanismo y Arquitectura, además de la primera profesora de arquitectura en la Universidad de El Salvador (UES). Su trabajo no solo abrió camino para otras mujeres, sino que dejó un testimonio material de un tiempo de exploración y adaptación en la arquitectura salvadoreña", destaca Rivera.
La conversación sobre la muestra se centra en la permanencia y la pérdida. Porque, si algo define el contexto actual de la arquitectura en El Salvador, es la tensión entre la memoria y la demolición. "Esta muestra no solo pone en valor la obra de los Katstaller, sino también la modernidad arquitectónica en general", sostiene Rivera. "Los años cincuenta, sesenta y setenta fueron décadas prolíficas, de gran producción arquitectónica, pero muchas de estas edificaciones aún no cuentan con protección. Y aunque formar parte de un inventario cultural no garantiza su preservación, al menos permite reconocer la importancia de estas estructuras antes de que desaparezcan", advierte.

El trabajo de los Katstaller Schott no solo se refleja en grandes edificaciones, como la Escuela Nacional de Agricultura o el campus de la UES, sino también en su meticulosa atención al detalle. "Uno de los hallazgos recientes que más nos sorprendió fue sus proyectos de casas privadas y mobiliario. La forma en que diseñaban, desde la escala urbana hasta el detalle de una silla, nos recuerda aquella frase del Deutscher Werkbund: desde los cojines del sofá hasta la construcción de ciudades", reflexiona Rivera.
"La invisibilización de la contribución femenina en el campo de la arquitectura ha sido casi sistemática", comenta Rivera. Sin embargo, el caso de Ehrentraut es una excepción. "Curiosamente, nunca fue borrada de la historia, algo poco común en la arquitectura", señala. Rivera también reflexiona: "En muchas ocasiones, escuchamos los nombres de arquitectos famosos y luego descubrimos que trabajaban junto a mujeres, muchas veces sus parejas, que quedaron en el anonimato. En el caso de los Katstaller Schott, siempre se les reconoció como una dupla".
No obstante, el tiempo no ha sido generoso con su obra. Su proyecto más emblemático, la antigua Biblioteca Nacional, fue demolido tras los terremotos de 1965 y 1986. "Ehrentraut nos contó que los daños no eran estructurales, sino en los elementos de protección del edificio. No tenía que haber sido demolido, pero lo fue. Y con ello, se perdió una pieza clave de nuestra historia arquitectónica", lamenta Rivera.

Como parte de esta labor de divulgación, el DOE presentará la investigación que ha dado origen a la muestra en un libro, cuyo lanzamiento está programado para el sábado 15 de febrero en la librería de la UCA, en Soho Cascadas.
Ehrentraut Katstaller dejó un conjunto de edificaciones representativas de la arquitectura salvadoreña, diseñando más de 137 edificios tanto en el ámbito público como en el privado. Entre sus obras más emblemáticas destacan el reformatorio de mujeres (1952), la Escuela Nacional de Agricultura (1954), los edificios de la Facultad de Ingeniería y Arquitectura de la Universidad de El Salvador (1955), el Ministerio de Educación y la antigua Biblioteca Nacional, dañada en el terremoto de 1986. También diseñó las Oficinas Centrales de CEPA en Acajutla (1958), el Hospital General del Instituto Salvadoreño del Seguro Social (1960), el estadio Óscar Quiteño de Santa Ana (1963), además de numerosas escuelas y mercados municipales que siguen en pie como testigos de su legado. La obra de los Katstaller Schott demuestra que la modernidad en El Salvador no fue una simple importación, sino un ejercicio de adaptación.