Con el tema “I See You”, Arteconciencia 2025 reúne a 20 artistas salvadoreños que transforman objetos cotidianos en obras con propósito. La muestra, creada por María Elena Padilla de Tona, invita a mirar con empatía y usar el arte como puente para la conciencia y la sanación colectiva.
En una de las paredes de Galería 123, una constelación de miradas parece observar de vuelta a quienes se acercan. Son más de cien ojos fotografiados, pintados, impresos en cianotipo, que conforman una instalación colectiva dentro de Arteconciencia 2025. No hay dos iguales: algunos lucen cansados, otros curiosos; unos lloran, otros brillan. Todos, sin embargo, comparten un mismo gesto: el de detenerse a mirar.
Ese fue, precisamente, el hilo conductor de esta tercera edición de la muestra creada por María Elena Padilla de Tona, artista y fundadora de la iniciativa que fusiona arte contemporáneo con conciencia social. El tema de este año, “I See You” o “Te veo”, nació de un duelo íntimo. De la pérdida de su cuñada Ale, quien falleció durante la pandemia a causa de un cáncer de ovario.

“Cuando ella enfermó, yo no entendía muchas de sus decisiones. Una vez decidió escalar el Kilimanjaro en pleno tratamiento y yo pensaba: ¿cómo se va a escalar un volcán en ese estado? Después comprendí que la estaba viendo con mis ojos, no con los suyos”, cuenta María Elena. “Su reloj interno no era el mío. Ahí entendí la importancia de mirar de verdad, sin juicio”.
Esa experiencia marcó el punto de partida para I See You, una exposición que invita a ver con empatía, no solo a quienes atraviesan la enfermedad, sino a los otros, y a uno mismo, desde la compasión. Inspirada en la filosofía africana Ubuntu, cuyo principio dice “Yo soy porque nosotros somos”, María Elena construyó un espacio que celebra la mirada compartida. “Ellos saludan diciendo Zawabona, te veo, y el otro responde aquí estoy para ser visto”, explica. “Eso me pareció profundamente humano. Qué distinto sería el mundo si nos detuviéramos a vernos así”.
Un arte que se entrega

Arteconciencia nació como el brazo artístico de The Pink Gala, evento impulsado por Fundarosa para financiar chequeos ginecológicos y mamografías a mujeres salvadoreñas. Desde su creación, esta fusión de arte y filantropía ha logrado impactar a más de 2,000 mujeres con “chequeos rosa”, exámenes integrales que buscan la detección temprana del cáncer.
“El 100 % de lo recaudado con la venta de las piezas va a Fundarosa”, explica María Elena. “Una parte se destina específicamente a programas de acompañamiento emocional, y el resto a la detección temprana. Todo el trabajo detrás de Arteconciencia es altruista. Pero me gusta reconocer a los artistas, porque también es mi misión visibilizar el arte salvadoreño”.

Y ese espíritu colectivo se siente. Este año, 20 artistas fueron seleccionados para intervenir objetos cotidianos, bolsas plásticas transformadas en arte objeto. Algunas cuelgan del techo, otras se suspenden en estructuras de luz. En todas late una pregunta: ¿qué guardamos en nuestras bolsas, qué decidimos no ver?
“Yo vivo entre bolsas plásticas, el negocio de mi esposo es el plástico, y pensé que todos llevamos una bolsa simbólica donde guardamos cosas que no queremos ver”, dice la artista. “La bolsa representa eso que cargamos sin mostrar. Ver es un acto voluntario. ¿Qué decido mirar y qué decido ocultar?”
La mirada colectiva

En esta edición, el público también fue parte de la obra. María Elena pidió a más de cien personas que enviaran una fotografía de sus ojos. Durante meses, los pintó uno a uno. Dos ojos por día, en acuarela y cianotipo. “Fue una locura hermosa”, dice. “En la inauguración, todos buscaban su ojo entre los demás. Ese momento de reconocerse fue mágico. Era verse y ser visto”.
Entre la multitud estaba Adriana Álvarez, quien ha seguido la evolución de Arteconciencia desde su primera edición. “Me encanta lo que hace María Elena. Es una forma noble de conectar con una historia personal y convertirla en algo que toca a muchos”, cuenta. Ella también mandó la foto de su ojo. “Buscarme entre tantas miradas fue una experiencia poderosa. No te encontrás tan fácilmente, y cuando lo hacés, hay una conexión muy bonita. Te obliga a verte entre los otros”.
Adriana forma parte del equipo curatorial de The Pink Gala y conoce de cerca el propósito detrás del evento. “El cáncer de mama es una de las principales causas de muerte en mujeres salvadoreñas. A través del arte y la moda se puede humanizar esa conversación, recaudar fondos y llevar vida a las sobrevivientes”, dice.
Una bolsa, una historia

Cada pieza de la muestra guarda un relato. Algunas bolsas evocan recuerdos familiares, otras exploran el miedo o la esperanza. La artista Sofía Mena, quien participa por cuarto año consecutivo, trabajó su obra con la técnica del monoprint, combinando telas, encajes y colores simbólicos.
“Utilicé rosado y verde. El rosado representa lo íntimo, y el verde, lo público”, explica. “Quise hablar de cómo las cosas que usamos, la ropa, los patrones, los colores, se vuelven huellas personales. Cada decisión deja una marca. Esta bolsa lleva mucho amor. Quien la adquiera se llevará una energía muy linda”.
Sofía recuerda que se unió a la causa desde la primera edición. “El miedo al cáncer es algo que todas las mujeres conocemos, aunque no lo hayamos vivido de cerca. Saber que mi arte puede ayudar a que otras mujeres accedan a chequeos o tratamientos es lo más valioso. Es un círculo de apoyo que se multiplica”.
La belleza de lo invisible

El montaje de I See You tomó meses de trabajo. María Elena pasó medio año pintando ojos, revelando cianotipos, preparando cada detalle. “Parece mentira, pero un cianotipo tarda dos días en revelarse. Quería tonos sepia, como de memoria, para que el ojo se sintiera antiguo, casi un recuerdo”, explica.
El resultado es una muestra que no solo se mira, sino que también se siente. En las paredes, en las bolsas colgantes, en la instalación de miradas suspendidas, se percibe una invitación al silencio y a la introspección. “Cada año buscamos un factor sorpresa”, dice. “El año pasado fue el videomapping Suelta y flota. Este año, los ojos colgados crean ese efecto de estar rodeado por la mirada de los otros. Te obliga a detenerte y pensar”.
La exposición también se convierte en una lección sobre el poder de lo invisible. Sobre cómo el arte puede ser vehículo de transformación. “Mi deseo es que más personas vean el cáncer como algo que está pasando”, dice María Elena. “Que se tomen el tiempo de hacerse el autoexamen, de invitar a otras a chequearse. El 90 % de los casos detectados a tiempo se salvan. Y el arte puede ser ese recordatorio, ese lenguaje terapéutico que te invita a mirar hacia adentro”, apunta.
Una causa que sigue creciendo

Desde su origen, Arteconciencia ha tejido una red de colaboración. Empresas, artistas y voluntarios donan su trabajo. Desde la decoración y los postres, hasta las esculturas y la producción del evento. “Lo lindo es ver cómo la causa toca corazones. Todos, en algún momento, tendremos cerca a alguien que enfrente esta enfermedad”, dice María Elena. “Cuando invito a los artistas, no dudan. Dicen sí de inmediato, porque saben que esto realmente genera un impacto positivo”.
A medida que octubre, mes de la sensibilización sobre el cáncer de mama avanza, Arteconciencia 2025 se instala como una de esas propuestas que trascienden lo estético para abrir conversación. En un país donde las cifras aún duelen, el arte se convierte en una forma de resistencia y ternura.
En las paredes de la galería, los ojos siguen mirando. Algunos parecen hablar. Otros guardan silencio. Pero todos, de una u otra forma, repiten el mismo mensaje: te veo.