Comida para llevar ofreció una noche de ritmo y complicidad en San Salvador

La gira centroamericana de la banda Comida para llevar tuvo una de sus paradas más emotivas en San Salvador. Ante un público entusiasta, interpretaron temas de su disco All You Can Eat Vol. 1 y otros himnos compartidos entre amigos.

Eran las 9:40 de la noche cuando las luces de la Alianza Francesa se atenuaron y el murmullo del público se convirtió en un grito colectivo de bienvenida. En ese instante, apareció sobre el escenario el colectivo venezolano Comida para llevar, un ensamble de artistas que llegaron a San Salvador con sus canciones cargadas de improvisación y complicidad.

La alineación de la noche estuvo compuesta por Irepelusa, Horus, Felipe, Veztalone, Hocho y Tayko, quienes en conjunto ofrecieron un concierto cargado de buenos beats. Lo suyo fue una ceremonia entre amigos, en la que el público también fue convocado a participar. Desde los primeros acordes, cuando el grupo interpretó “Jaimito” y “Dragón de la montaña”, de su proyecto conjunto All You Can Eat Vol. 1, las voces del público se sumaron sin reservas.

En una de las primeras intervenciones, lanzaron un puñado de naipes al aire. Cartas de la suerte, cartas de juego, tal vez cartas para romper el hielo. Entre canción y canción, el grupo proponía dinámicas que cruzaban el espectáculo y el performance. En una de ellas, los asistentes entrelazaron las manos en una suerte de juego colectivo que hizo sonreír a los músicos. “Un sueño para nosotros encontrar familia de este lado del mundo”, dijo Tayko, mientras buscaba los ojos del público.

La noche siguió con un juego de improvisación que usó palabras locales como “pupusas” para armar rimas en clave de humor y ritmo. Irepelusa tomó el centro del escenario y, con su energía luminosa, pidió al público que bailara. Nadie se resistió. La improvisación dio paso a una interpretación de “Tus ojos”, un tema que creció con la voz melódica de Iré y la base instrumental del resto del colectivo.

Uno de los momentos más íntimos de la noche llegó con una versión acústica de “Quién pudiera?”, en la que Veztalone e Irepelusa cantaron desde un lugar de ternura casi sagrada. “Para mí es increíble estar por segunda vez aquí con mi Comida, con mi familia. La primera vez tocamos en un lugar pequeñito y hoy estamos aquí todos esta noche. El Salvador ha marcado toda mi experiencia en esta gira y apenas empieza”, dijo Irepelusa, con una voz que se quebraba por la emoción.

Irepelusa y Veztalone interpretan una versión acústica y conmovedora de ¿Quién pudiera?, uno de los momentos más íntimos de la noche. Foto: Wil Bolaños / La Nueva

Luego vinieron más temas: “Primor”, “QUE TE VAYA MAL”, un tema originalmente de Motherflowers que resonó con fuerza en la Alianza Francesa, y “Malusuario”, una despedida rabiosa y sensual que selló el tono de la noche.

Cuando todo parecía haber terminado, Horus volvió al escenario para interpretar “Panadero”. Lo hizo con una declaración que arrancó aplausos: “Al igual que Iré, hace un año tuve la oportunidad de estar aquí en El Salvador. Les dije que iba a volver con mi familia, y aquí estamos. Estos son mis hermanos. Yo llego a sus casas, como su comida y les hablo de cómo me siento”, confesó el cantante.

El escenario vibró entre luces cálidas y manos alzadas. Comida para llevar creó una atmósfera de cercanía y complicidad con el público salvadoreño. Foto: Wil Bolaños / La Nueva

Eso fue este concierto. Un encuentro de hermanos en una tierra que les es cada vez menos ajena. Una puesta en escena donde el freestyle, la camaradería, la ternura y el amor entre amigos fueron los ingredientes principales. Comida para llevar nos recuerda que a veces la familia se encuentra lejos de casa y que la música puede ser el puente más cálido para llegar a ella.

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