Desde sus años en San Salvador, Lu Fortis apostó por géneros que parecían improbables. Esa terquedad la llevó a la cabina de Hi Ibiza, donde debutó en la residencia de Glitterbox con un mezcla de disco, funk y house.
El viaje de Lu Fortis empezó lejos del Mediterráneo, en un país donde las noches de música se armaban más por deseo que por recursos. Desde esas primeras fiestas en San Salvador hasta la cabina luminosa del Hi Ibiza, su trayecto ha sido la prueba de que el disco y el house también podían tener raíz centroamericana y sonar con fuerza en el corazón de la isla más mítica de la electrónica.
Hace más de una década, la curiosidad de una adolescente la llevó a experimentar con sonidos y a abrir espacios para una escena que aún estaba buscando su voz. En 2012 formó parte de Indie Collective, un proyecto local que dio cabida a jóvenes bandas independientes en un país donde el rock alternativo y el indie sobrevivían en los márgenes. Fue un primer laboratorio. Un lugar donde la música no era un negocio sino un gesto de libertad.
Con el tiempo, esa curiosidad se convirtió en una propuesta más amplia. En 2017, junto a otros artistas y creativos, fundó HUS, un colectivo audiovisual que buscaba producir experiencias completas. No solo conciertos o fiestas, sino atmósferas que combinaran música, visuales, performance y comunidad. Fue bajo ese espíritu que nacieron eventos como Paradisco, SeñoRituals, Party Monsters, Consecuencia Fest o Funkytown. Fiestas que eran, al mismo tiempo, celebraciones y laboratorios culturales, y que marcaron la memoria nocturna de una generación de salvadoreños.

Allí, entre cables, tornamesas y luces improvisadas, Lu Fortis empezó a encontrar su voz como DJ. Su hermano, Juan Fortis, fue pieza fundamental en ese camino. No era solo un apoyo familiar. Era un cómplice creativo que estuvo presente en cada etapa. Juntos fueron abriendo un terreno donde antes había vacío, apostando por géneros que en El Salvador parecían improbables: el disco, el funk, el afrohouse. Ritmos que desafiaban la norma y que, poco a poco, fueron conquistando un público fiel.
“Siempre estoy agradecida con esa chica que empezó poniendo música en El Salvador”, dice hoy, recordando sus primeros pasos. “Por seguir adelante, por ser mi base y por seguir aprendiendo y empujando sonidos que muchas veces me dijeron que no funcionaban. La abrazo, le agradezco por las lecciones y los recuerdos y la honro en seguir persiguiendo estas aventuras musicales”.

El salto a la escena internacional fue fruto de esa terquedad y de una curiosidad sin límites. En los últimos años, Lu Fortis ha tocado en House of Yes en Brooklyn, Discos Baratos en São Paulo y Discofobia en Lima, donde su set se convirtió en el más escuchado del canal de YouTube del colectivo.
El 20 de julio de 2025, su nombre apareció en el cartel de Glitterbox, la residencia veraniega de Defected Records en Ibiza. Un proyecto que desde 2014 ha recorrido ciudades como Londres, Nueva York, Sydney o Tokio, pero que tiene en la isla española su epicentro. Allí, en el escenario del Hi Ibiza, debutó Lu Fortis. “Es surreal que la primera vez visitando esa bella isla fuera para abrir el Wild Corner de Hi Ibiza”, dice. “Toda la experiencia se quedó en mi corazón y memoria por siempre. El público y todo el equipo de Glitterbox y Hi fueron increíbles y me hicieron sentir en familia y en casa toda la noche”.
“Sentí una inmensa felicidad, gozo y adrenalina. Tenía una sonrisa por toda la cara”, Lu Fortis.
El gozo, para ella, no es una palabra ligera. Es el núcleo de lo que hace. “Felicidad, libertad, emoción”, explica. “Es un gozo colectivo que se siente hermoso. Hay una energía bastante fuerte que sientes al compartir algo que te gusta tanto y que te mueve, y mueve a los demás. Me cuesta explicarlo con palabras, pero te aseguro que al estar en un dancefloor con la música de Glitterbox, se entiende todo”.
“En la USB llevaba mucha música de todas las ciudades que he recorrido y esas experiencias”, recuerda. “Cerré el set en Ibiza con un edit de una canción brasileña para darle un toque latino”.

Esa noche, al terminar su presentación, lo que quedó fue un eco difícil de poner en palabras. “La adrenalina de ‘¿qué acaba de pasar?’, los recuerdos tras la cabina, el hecho de que pude compartir la noche con mi hermano y mis amigos fue priceless”, dice. “Definitivamente es algo que nunca voy a olvidar, y es un motor para seguir persiguiendo esas noches bajo las luces del dancefloor y muchos sueños más”.
Ibiza no es solo un paraíso hedonista. También es disciplina, exigencia, competencia feroz. “Definitivamente aprendí a confiar en el camino y en las oportunidades que me están saliendo y seguir adelante”, afirma. “También, a seguirle metiendo y encontrar tu sonido, ya que ni te imaginas con toda la gente que puedes conectar siendo tú misma”.
El recuerdo más poderoso de su paso por Ibiza, quizá, es el que tuvo en el aeropuerto. “Llegar y ver el flyer entero de la temporada, y que mi nombre estaba justo después del maestro Louie Vega, es inexplicable”, dice. “Conocerlo en mi última noche en la isla fue súper especial. Toda esta experiencia, y lo que se viene, es una aventura que embarco con orgullo, un poco de miedo y mucha felicidad”.

Lo que comenzó como un juego adolescente en El Salvador la llevó, años después, a una de las cabinas más importantes del mundo. Pero el trayecto no se mide solo en logros. Se mide en la capacidad de transformar la pista de baile en un lugar de comunión. Lu Fortis lo sabe bien. Cada beat que mezcla, cada transición, cada clásico reeditado, es una invitación a moverse, a liberarse, a encontrar en el cuerpo una verdad que las palabras no alcanzan a explicar.
El futuro está abierto. Ella habla de “un verano entero en Europa, giras, escenarios más grandes”. Pero también de volver a América Latina, de seguir compartiendo con las comunidades que la han acogido en cada ciudad. Y, sobre todo, de regresar a El Salvador. De volver a poner música en el país que la vio crecer, para recordarle a su gente que los sueños que parecen imposibles también tienen espacio en el dancefloor.