Tras una pausa que sirvió para reencontrarse con su voz interior, Memo Ortiz regresa al frente de FabKai con una canción que explora la vulnerabilidad desde un lugar más sereno. Entre melodías cálidas y letras honestas, el artista abre un nuevo capítulo en su historia musical.
Durante años, Memo Ortiz grabó en un cuarto pequeño. No había prisa ni certezas. Solo él, una guitarra, una computadora, y la necesidad de entender algo que todavía no sabía nombrar. A veces pasaban semanas sin que lograra nada nuevo. Otras, una sola idea lo hacía quedarse despierto hasta el amanecer. En ese lugar, que sirvió más de refugio que estudio, empezó a tomar forma FabKai, un proyecto que lleva dentro su historia, sus dudas y el eco de lo que más ama.
El nombre une los de sus hijos, Fabián y Kai. Surge como una manera natural de juntar dos presencias que le dieron sentido a todo. En FabKai, Ortiz encontró un modo de hablar del amor y de la distancia sin volverlo discurso. Una forma de escribir lo que no se dice cuando uno crece, trabaja, se cansa, y aun así sigue sintiendo.

Su primera canción, “Vuelvo”, es el punto de partida de ese camino. Su música suena a ese instante en que uno recuerda lo que quería hacer antes de que el mundo se llenara de ruido. “Vuelvo” nació después de cuatro años de prueba, error y paciencia. Ortiz lo dice sin rodeos. “Después de 4 años en mi pequeño estudio, de intentarlo una y otra vez, de equivocarme y seguir creyendo, hoy este sueño se vuelve realidad”.
La estructura emocional de “Vuelvo”
La canción abre con un verso a modo de confesión: “Existías sin yo saberlo”. Desde ahí, el tema construye un viaje hacia dentro. No hay historia lineal ni personajes definidos, pero sí una presencia que acompaña, algo o alguien, que estuvo ahí desde siempre. Esperando ser reconocido.
Las imágenes que aparecen en las letras son sencillas, casi domésticas. Una sombra en la ventana, una luz que llega sin avisar. Ortiz se mueve entre la duda y la certeza, entre lo visible y lo que solo se percibe con los ojos cerrados: “Cuando cierro los ojos, ahí estás, simple, sin fin”, dice Ortiz en la canción.
El tiempo y la tierra se desdibujan a mitad del tema. Primero existen, luego dejan de hacerlo. Lo único que queda es un pulso: “Solo el latido que me llama”. Ese latido se vuelve guía, respuesta y destino. Por eso la palabra “vuelvo” no suena como estribillo, sino como respiración. Se repite hasta convertirse en promesa. “No es destino, es una promesa”, dice una de las líneas más directas del tema, antes de cerrar con una declaración que no pretende ser grandiosa, pero sí definitiva: “Es volver, es todo lo que sé hacer”.
El primer videoclip salvadoreño hecho con inteligencia artificial
El videoclip de “Vuelvo”, estrenado el 24 de septiembre de 2025, marca un momento inédito. Es el primer video musical salvadoreño creado con inteligencia artificial. Junto al equipo de Dreamtide.co, Ortiz buscó un lenguaje visual que no explicara la canción, sino que la acompañara. En lugar de ilustrar una historia, el video construye atmósferas. Aparecen paisajes que parecen soñados, rostros que se deshacen, luces que se comportan como recuerdos. Todo está en el borde entre lo real y lo imaginado.
La tecnología aquí es una herramienta para hablar de lo mismo que la canción. La memoria, el regreso, lo que queda después del tiempo. En “Vuelvo”, cada imagen parece moverse con la respiración del tema. No hay efectos que distraigan, sino una sensibilidad que entiende que a veces lo más humano puede nacer de una máquina, si quien la usa tiene algo verdadero que decir.
Un proyecto que sigue tomando forma
Después de este debut, FabKai seguirá compartiendo música. En octubre, noviembre y diciembre saldrán tres sencillos nuevos, piezas que amplían el universo que “Vuelvo” apenas empieza a revelar. Y a inicios de 2026 llegará su primer disco. Una historia contada en canciones sobre el amor, la distancia y la forma en que el tiempo cambia todo sin borrar lo esencial.
Pero antes de mirar hacia adelante, conviene detenerse en lo que este primer tema significa. “Vuelvo” no busca impresionar. No se ampara en el virtuosismo ni en la nostalgia. Su fuerza está en otra parte, en la honestidad con la que Ortiz se permite ser vulnerable, en esa voz que suena como si estuviera contándole algo a alguien que ya se fue.

Hay músicos que componen desde la ambición, y otros que lo hacen desde la necesidad. Memo Ortiz pertenece a estos últimos. Su música no responde a una escena ni a una estrategia; responde a una urgencia interior. En ese sentido, “Vuelvo” no es tanto un lanzamiento como una constatación. La de alguien que, después de buscar durante años, por fin se encontró a sí mismo tocando.
“Vuelvo” deja la sensación de estar mirando algo que no necesita explicación. Hay canciones que se escuchan y se olvidan, y hay otras que se quedan quietas en algún lugar, esperando. Esta pertenece a ese grupo. No hace falta entenderla para sentirse parte de ella.
FabKai nace ahí, en esa frontera entre lo que se va y lo que regresa. No como un proyecto que quiere conquistar algo, sino como una forma de nombrar lo que todavía duele y, al mismo tiempo, lo que todavía salva.