Impact Hub San Salvador llevó la FuckUp Night al mundo corporativo, donde tres directivos compartieron con el público el lado menos glamuroso del éxito, los tropiezos que moldean carácter, visión y resiliencia.
El pasado jueves 9 de octubre, Cadejo Zona Rosa se llenó hasta el tope. Desde temprano se sentía un ambiente curioso, expectante. En el escenario, las luces encendidas y las sillas dispuestas frente al logo de Impact Hub San Salvador anunciaban que algo poco habitual estaba por comenzar: Una FuckUp Night corporativa. Estos eventos no buscan ser otra conferencia sobre liderazgo ni un foro motivacional; sino un espacio para hablar, sin máscaras, de los tropiezos detrás del éxito.
Patricia López, directora y cofundadora de Impact Hub San Salvador, platicó con nosotros previo al evento. Su mensaje fue directo: “Reconocer y aceptar que los fracasos son parte del emprendimiento siempre será importante”, dijo. Desde 2017, Patricia, quien fundó Impact Hub, ha visto a muchos emprendedores paralizarse por miedo. “Ese miedo nunca se va”, contó. “Incluso cuando ya llevamos años con nuestros proyectos”, agregó. La idea de la noche, explicó, era romper con esa vergüenza colectiva que suele acompañar al error, sobre todo en el mundo corporativo, donde el éxito se da por sentado.
Escuchar antes de hacer una locura

El panel reunió a tres líderes empresariales de larga trayectoria. Todos con historias de innovación, crecimiento y caídas. Carla de Vanegas, vicepresidenta del Grupo Searchin, fue la primera en pasar al escenario. Su carrera está marcada por proyectos pioneros como Tecoloco.com, la primera bolsa de empleo en línea de Centroamérica, y más tarde por iniciativas como Joven360, Search Club Lat y Healthy Company. Pero esa noche no vino a hablar de logros.
Con una honestidad desarmante, Carla contó que durante años su impulsividad fue su mejor aliada y su peor enemigo. “He tomado decisiones sin querer ver data”, confesó entre risas. “El entusiasmo me ha hecho meter las patas más de una vez”. Había aprendido, dijo, que escuchar es más importante que actuar rápido. Que la intuición, por sí sola, no basta. “A estas alturas de mi vida, tengo que escuchar antes de hacer una locura”.
El público, una mezcla de emprendedores, gerentes y curiosos, reía, asentía, se reconocía. Lo que Carla compartía era algo que todos entendían en silencio, el éxito es una montaña rusa. “He aprendido que lo más peligroso es no saber que no sabes”, concluyó, dejando flotando en el aire una frase sencilla y poderosa.
Cuando liderar también implica fallar

El segundo en compartir su historia fue Alberto Guerrero, presidente de cuatro empresas y rostro detrás de la expansión de Cardedeu Hotels y de la transformación de Corporación Polaris en Haus, una de las desarrolladoras inmobiliarias más influyentes del país. Su tono fue sereno, casi reflexivo. “Varias veces he sentido que no he estado a la altura del crecimiento de la empresa”, dijo. Admitirlo, explicó, había sido un punto de inflexión. “Me tocó aprender, conseguir mentores, ir a capacitaciones. Ser un buen líder también implica reconocer que no tienes la verdad absoluta”, confesó.
Para Alberto, el liderazgo no se mide por los triunfos, sino por la forma en que se asume la responsabilidad cuando algo falla. “El primero que tiene que responsabilizarse cuando algo no está bien es el líder”, afirmó. Y luego, con una sonrisa, resumió su aprendizaje en cinco claves: empatía, humildad, visión, aceptación y aprendizaje continuo. “Todo tiene solución, pero solo cuando estamos tranquilos y con la cabeza fría”, añadió.
Fracasar para estirar los límites

Después fue el turno de Max Novoa, CEO de Publimóvil Latam, quien ha pasado más de dos décadas en el mundo de la publicidad exterior. Su empresa es una referencia en innovación y expansión regional, pero detrás de esa trayectoria hay historias que no figuran en los titulares. Una de ellas ocurrió en Costa Rica, cuando apostó por un ambicioso proyecto de buses publicitarios equipados con sonido envolvente y pantallas. “Todo terminó siendo un caos total”, recordó entre carcajadas.
Esa anécdota, que bien podría sonar a catástrofe, fue para él un recordatorio de que el fracaso es inevitable cuando se busca innovar. “Sabía que no tenía otra opción más que seguir peleando para recuperar el gasto y ganar algo”, dijo. Su mensaje fue uno de fe y resiliencia. “El fracaso representa la vulnerabilidad de una persona al máximo”, compartió citando a un mentor. “Cuando uno llega a ese punto y fracasa, es cuando estira la posibilidad al máximo”.
Max, que ha visto crecer su compañía más allá de las fronteras salvadoreñas, enumeró sus propias lecciones: resiliencia, fe, delegar, complementariedad y aprendizaje continuo. “Lo que uno sabe nunca es suficiente para mañana, porque mañana cambian las cosas”, concluyó, provocando un silencio breve antes del aplauso.
En medio de risas, anécdotas y confesiones, el público fue entendiendo que la FuckUp Night no era solo un evento corporativo más, sino un espacio de descompresión. Un lugar donde el error se convertía en relato, y el relato en inspiración. La vulnerabilidad, esa palabra que tanto asusta en el mundo empresarial, se volvió el hilo conductor de la noche.

Patricia López, quien cerró el evento, lo resumió mejor que nadie: “Buscamos panelistas dispuestos a abrirse, a ser vulnerables. Porque no todos lo hacen. A veces se cree que si contamos los fracasos vamos a perder fuerza y credibilidad, y no es así. Reconocer los fracasos y transformarlos en aprendizaje es lo que nos mantiene humildes y nos hace humanos”.
Cuando terminó la conversación, la noche en Cadejo siguió entre vasos de cerveza, carcajadas y abrazos. Algunos se acercaban a los panelistas para agradecerles por sus palabras. Otros, simplemente, compartían sus propias historias. En el aire quedaba la sensación de alivio y de comunidad. La certeza de que nadie está solo en sus caídas.
Ese puede ser el mayor éxito de estas FuckUp Nights, recordar que, incluso en los entornos más exigentes y corporativos, fracasar no es un final, sino una forma de empezar otra vez, con más lucidez y menos miedo.