La colectiva de mujeres artistas del teatro y circo social La Cirka apuesta por el artivismo y la autogestión con su proyecto teatral “Mamá Cielo, Papá Mar”, una herramienta para incidir en la reflexión sobre la defensa de la justicia y los territorios.
“Tenemos una esperanza, debemos encontrar a la mujer animal, hay que entregarle la última gota de agua viva. Era lo que mamá estaba planeando hacer antes de desaparecer”, le dice Anita a su hermana mayor, Bea.
Ambas son las protagonistas de la obra en proceso de creación “Mamá Cielo, Papá Mar”. Anita tiene 9 años y Bea, 11. Ambas se encuentran en estado de abandono, pues sus padres han desaparecido.
Su historia, desarrollada en 12 actos bajo la dirección de Karla Hernández, narra cómo el territorio donde viven las hermanas fue arrebatado por máquinas que destruyeron todo a su paso. Las reflexiones y consejos de su abuela se mezclan en la trama, recordados entre el pasado y el presente. En el desarrollo de la obra, las niñas se empoderan, tratan de cumplir la tarea que su mamá dejó inconclusa y al final se convierten en defensoras de su territorio.

Una carreta de estructura sencilla, una mochila llena de botellas y papeles, una manta utilizada como títere, un limitado juego de luces y la interpretación de las actrices Lissania Zelaya, Yasmín González y la voz complementaria de Santiago Hernández, de tan solo 9 años, lograron cautivar a la audiencia y cumplir el cometido de invitar a la reflexión sobre la importancia de las acciones para la defensa de los territorios y los derechos humanos.
Las integrantes de La Cirka realizaron esta lectura dramática de la obra en el Centro Cultural Leyla, pese a que aún está en construcción, como una forma de reivindicar el proceso creativo, que pretende ser abierto e inclusivo, en el que la audiencia pueda formar parte del trabajo y exista una retroalimentación entre artistas y asistentes.
“Este proceso es aún más retador y es muy importante porque es la primera vez que creamos algo para audiencias jóvenes”, comentó Lissania Zelaya, quien, además de interpretar a Bea, la hermana mayor, es la escritora de la obra.

Zelaya afirma que es su primera propuesta dirigida a la niñez y adolescencia, pero que es la tercera obra que escribe, tras su proceso de aprendizaje como exalumna del espacio de creación de dramaturgias Didascalia, dirigido por Jorgelina Cerritos.
“Mamá Cielo, Papá Mar” inició con el sueño de ser presentada en centros escolares del país. “Ese sueño ya no es posible por las disposiciones gubernamentales, pero estamos buscando alternativas para seguir presentándola, pese a la carencia de espacios”, agregó la actriz y guionista de la obra.
El artivismo, una herramienta para la sensibilización
El artivismo es una táctica o estrategia que mezcla el arte y el activismo. Busca generar un impacto directo en la sociedad, movilizando emociones y promoviendo la reflexión y el cambio.
A través de las artes plásticas, escénicas y literarias (dependiendo de los contextos), es utilizado para posicionar agendas políticas y ha sido una herramienta importante en protestas sociales contra la globalización y los conflictos armados.
Surge desde la perspectiva latinoamericana contemporánea y ha sido empleado por organizaciones como el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) a finales de los años 90, logrando expandirse por la región en las últimas décadas.

La Cirka es una colectiva joven de mujeres artistas que ha retomado esta forma de crear, a través del arte, la educación, el derecho y la autogestión, buscan poner en la palestra la defensa de los derechos ambientales y educativos.
Karla, Yasmín y Lissania se destacan en más de una disciplina artística, como el performance, el arte circense y el teatro, por mencionar algunas. Desde hace un año crean espectáculos multidisciplinarios, trabajando con propuestas visuales y socioeducativas que promueven la memoria histórica, la defensa de los territorios y los derechos humanos, complementándolos con conversatorios y talleres lúdicos que profundizan en los temas abordados en escena.
Desde su determinación feminista y autogestiva, las integrantes mezclan sus realidades y conocimientos. Aseguran que este proyecto híbrido de arte y activismo nace de la necesidad de incidir en la conciencia de las personas para provocar cambios de paradigma en el pensamiento.

Principalmente en la coyuntura actual, en la que los gobiernos se han vuelto instituciones hostiles que persiguen a las y los defensores de derechos. “Esta es una estrategia de visibilización y denuncia de los proyectos que, desde la política y el poder económico, afectan a los territorios, a la ciudadanía y a sus vidas”, comentó Karla Hernández, directora de la obra.
La escritora salvadoreña Lauri Dueñas, quien asistió a la lectura junto con sus hijos, comentó que es poco común en los espacios literarios y teatrales presentar una lectura con el concepto de dramatización. “Es importante que se realicen este tipo de actividades, que hacen al público parte del proceso y, además, incluyen a la niñez. Eso es novedoso”.
Por su parte, la filósofa, artista y docente Dalia Chávez, también presente en la lectura, destacó la relevancia de mostrar el “esqueleto” de una obra en desarrollo. “Es necesario que la gente vea que existen otras formas de crear. Les recomendé seguir mostrando su proceso y sumar una bitácora pública”.





