Publicaciones independientes, diseño gráfico, libros raros y talleres creativos se reúnen en la tercera edición de Artefacto, la feria de arte impreso que se realizará del 15 al 17 de agosto en Ciudad de Guatemala.
En una región donde las librerías independientes caben entre las manos y donde las publicaciones impresas sobreviven a fuerza de terquedad, una feria como Artefacto no debería existir. Sin embargo, ahí está. Reuniendo a más de 45 proyectos de diseño, arte y edición en el corazón de Ciudad de Guatemala. Tomando el antiguo edificio de Correos, en la Zona 1, y llenándolo de pósters, libros raros, revistas independientes, circuitos en papel y preguntas sobre qué es posible cuando se junta la curiosidad con las manos.
Hay quienes creen que el futuro está en las pantallas, pero este grupo de personas está convencido de que el papel sigue teniendo algo que el algoritmo nunca va a poder replicar. El calor de las manos, el peso de una historia, el olor de la tinta recién seca. Se llaman Gabriela Castellanos, Rolando Luther, Francisco Zurita y Noa Fratti. Juntos, son parte del equipo que hace posible la feria de arte impreso más vibrante y atrevida de Guatemala.
Este año será la tercera edición. Dura tres días, del 15 al 17 de agosto, pero su espíritu flota desde antes. Como muchas cosas buenas, Artefacto nació del deseo. Del deseo de tocar, de hojear, de coleccionar. Gabriela lo dice: “Estoy obsesionada con los objetos, con saber de dónde vienen, de qué están hechos, cómo funcionan. Amo las imágenes y creo que la imagen impresa es, tal vez, el nivel de perfección de la materialidad”.
El Escaparate

Por eso crearon El Escaparate, un espacio dentro de la feria, que sirve como una especie de biblioteca sensorial donde se pueden hojear publicaciones difíciles de conseguir. Libros como “Incomplete Encyclopedia of Touch”, que es literalmente eso. Una enciclopedia incompleta de gente tocando cosas. Carros, paredes, postes, otras personas. Fotografías encontradas en álbumes familiares, clasificadas con la obsesión que solo conoce quien sabe que tocar también es una forma de mirar.
Ahí también estará la revista Hello Mr., esa joya queer nacida en Nueva York en 2013. Francisco habla de ella con ternura. Sobre todo de una crónica escrita por el novio del fotógrafo chino Ren Hang, justo antes de su muerte. “Lo humaniza como persona”, dice Francisco. “Como él quería que lo recordaran”.
Sobre los talleres

El 16 de agosto, la feria dedica un día entero al aprendizaje. Los talleres de Artefacto son provocadores, no se trata de sentarse a escuchar a alguien hablar. Se llega a hacer, a ensuciarse las manos, a entender con el cuerpo.
Durante la jornada de talleres, Laura Astorga, ilustradora de Costa Rica, invita a dibujar un jardín. Pero no desde la forma, sino desde la atención. Observar una hoja. Registrar un insecto. Notar lo que está ahí todos los días y nunca miramos. “Es un tributo a la naturaleza en cualquier rincón”, dice la ilustradora. En una maceta, en un parque, en el fondo de un patio viejo. Mirar con cuidado es también un acto político.
En otro de los taller se va a diseñar con Excel. Sí, con Excel. Lo imparte el colectivo costarricense 20/20. Enseñan a usar las celdas como píxeles, a transformar una herramienta de oficina en un lienzo de arte digital. De lo más técnico a lo más lúdico, como si el aburrimiento fuera una excusa para crear.
Mala Sombra, desde Panamá, trae Circuit Paper, un taller de electrónica básica con recortes en colografía. Ahí se mezcla arte, luz, collage y circuitos eléctricos hechos a mano. El papel como conductor. El papel como chispa.

La Fiera, desde Guatemala, dirige “Proceso Abierto 2”. Un taller para rediseñar cartas de póker usando imágenes del archivo urbano. Gráfica popular, collage, crítica. Una mirada desde lo callejero, lo vernacular, lo que nunca entra en galerías pero sí en el inconsciente colectivo.
Esperanza de León, también desde Guatemala, dirige “Ecos visuales”. Este es un taller que parte de las retículas como herramientas para explorar lo positivo y lo negativo en el dibujo. El resultado será un ejercicio entre composición y contradicción, entre presencia y vacío. Una forma distinta de pensar la imagen desde su esqueleto.
Y a la distancia, desde Argentina, Luis Juárez comparte la historia de Balam, una revista de fotografía queer latinoamericana que ha logrado sostenerse con cariño, sudor y principios. El taller, en línea, pero íntimo, es menos una clase y más una conversación sobre cómo sostener lo imposible.
Mapas para perderse

Como si no bastara con todo eso, este año la feria inaugura también su primera exposición colectiva. Se llama “Mapas de exploración”, y reúne a siete artistas de distintas disciplinas en Casa Amano, el 15 de agosto. Curada junto a Joss Pinto, no se trata de mostrar obras terminadas, sino de explorar procesos, errores, desvíos, preguntas. Lo que pasa antes del aplauso. Lo que se queda entre bastidores.
Centroamérica en papel
Artefacto ocurre en Guatemala. Pero también ocurre en Costa Rica, en Panamá, en Argentina. O mejor dicho, ocurre desde ahí, y eso es importante. Porque hablar de arte impreso en Centroamérica no es lo mismo que hablar de arte impreso en Berlín o en Brooklyn. Aquí, imprimir es un acto de resistencia. Publicar es una forma de decir que aquí existimos, creamos, y tenemos algo que contar.
Por eso Artefacto es una comunidad que se arma a punta de carteles, grapas, tinta y papel. Una familia de gente terca que cree en lo físico, en lo artesanal, en el diseño que no solo se ve, sino que se huele y se toca. Porque a veces, cuando todo parece digital, lo más radical es quedarnos en el papel.