Así se construyó la nueva obra de Dioniso Compañía Artística

Una mirada al proceso creativo de "Cronémica de dos vidas", la obra escrita por Otto Rivera y dirigida por Emy Mena que marca un nuevo capítulo para Dioniso Compañía Artística.

El primer recuerdo que guardo de Dioniso no es una foto, ni una entrevista, ni una nota de prensa. Es precisamente una escena. Año 2018. Teatro. Oscuridad. Un trompo que gira sobre un plástico, sostenido por los cuerpos jóvenes de un elenco que respiraba como si fuera uno solo. El trompo parecía suspendido, casi flotando; las manos levantaban el plástico con un pulso exacto, como si la coreografía la dictara una cuerda invisible.

Esa escena aún aparece, de vez en cuando, en mi memoria. No por la proeza física, sino porque ahí entendí que había algo en ese grupo. Algo que no era solo teatro. O quizá sí lo era, pero en su sentido más radical. Un espacio donde los cuerpos cuentan lo que las palabras no alcanzan.

Ocho años después, vuelvo a sentarme frente a dos de sus miembros para hablar de "Cronémica de dos vidas", su nuevo montaje y el más reciente punto de giro en la historia de Dioniso Compañía Artística

En el escenario vacío, a un día del estreno, Emy y Otto revisan los últimos detalles, tomando el pulso de una historia que está por abrirse al público. Foto: Mediana.

La obra, escrita por el dramaturgo emergente Otto Rivera y dirigida artísticamente por la actriz salvadoreña Emy Mena, sigue a César y Cecilia, dos jóvenes que descubren su capacidad para viajar en el tiempo. No lo hacen para salvar al mundo, ni para modificar la historia, ni para evitar un desastre global. Lo hacen por algo más profundo y más humano. Lo hacen para entenderse. Entender el hoy, entender el ayer, entender lo que duele y lo que no se dice. La ficción funciona como dispositivo y el viaje, como excusa.

Cuando Otto habla del origen del texto, no se queda en la anécdota. Se remonta a un instante emocional. “Sentía que el tiempo pasaba muy rápido y muy lento a la misma vez”, recuerda. Su madre había sido diagnosticada con cáncer, y él atravesaba una ruptura. Escribir no fue un plan de producción. Fue un lugar para sostenerse. La obra nació sin la certeza de convertirse en obra. Solo necesitaba existir. A veces, lo que escribimos es simplemente un contenedor para respirar.

Cinco años pasaron entre ese primer texto y su llegada al escenario. En medio, ha ocurrido algo fundamental. La obra dejó de ser solo suya. “Se vuelve universal”, dice Otto, y así también la palabra cronémica, que no existe en diccionarios, empezó a tener cuerpo, luz y voces.

Neto González se prepara frente al espejo, ajustando los matices finales de su personaje antes del ensayo general, en silencio y sin prisa. Foto: Mediana.

Emy toma el texto desde otro lugar. Desde la escucha. Leyó la obra más de siete veces antes de iniciar ensayos. No para memorizarla, sino para encontrar el tono con el que la transmite. Necesitó comprender cómo se vinculan los personajes entre sí, con el tiempo, con ese espacio que no es hoy ni mañana ni ayer. Ella trabaja desde los vínculos, antes que desde la forma. 

Roberto Cardona, actor y creador corporal, se suma desde la abstracción, y el proceso se convierte en una especie de laboratorio donde nada se anula. Todo se observa, se prueba, se mueve, se transforma.

En escena, dos parejas de actores interpretan a César y a Cecilia en diferentes tiempos. Y es ahí donde aparece el espejo. Lo que creemos haber superado, vuelve; lo que creemos entender, cambia de forma; lo que callamos, nunca desaparece.

Hay un momento hacia el final de la obra donde la sala queda en silencio. Sucede cuando César adulto, interpretado por César Pineda, se enfrenta a su madre, encarnada por la actriz salvadoreña Regina Cañas. No es un grito ni una declaración heroica. Es el duelo íntimo entre el miedo y la verdad. Ese instante convoca a quienes, desde distintos lugares, han tenido que elegir entre pertenecer o revelarse.

Mariam Santamaría aparece ya en personaje, portando una presencia que parece no pertenecer del todo al presente, como un cuerpo que se mueve entre tiempos. Foto: Mediana.

La luz. Precisa, contenida, casi respirada, vuelve ese diálogo un umbral. Lo que pasa antes no es igual a lo que se siente después. No es un final complaciente. Es un espejo que se abre y deja entrar aire frío. Si el teatro existe para tocar el lugar que evitamos, ese momento hace su trabajo.

Cuando pregunto por la selección del elenco, Otto habla de confianza. No de currículos. No de premios. No de figuras. Habla del cuidado. “Queríamos trabajar con personas con las que conectábamos y que apostaran por una forma distinta de hacer arte”, confiesa. La horizontalidad en el proceso no es un discurso. Se nota en la forma en que describen el trabajo. El texto se ajusta, se mueve, cambia. El equipo propone, corrige, transforma.

Emy lo nombra de otra manera. El teatro como un proceso colectivo donde la dirección no impone sino canaliza. Habla de "El camino del artista", libro que la acompañó en esta etapa, y del aprendizaje de no asumirse creadora única sino puente. Con ella en escena están Regina Cañas, César Pineda, Maru Gálvez, Marian Santamaría, Luis Callejas, Paola Miranda y Neto González. Este último debutando en teatro de texto. Cada uno con un trayecto distinto, cada uno con una historia.

Sobre el tocador, objetos, notas y herramientas dan pista de la transformación. Pequeños fragmentos que sostienen lo que luego se convierte en vida escénica. Foto: Mediana.

Pregunto por Dioniso hoy. Ya no son Proyecto Dioniso. Ahora son Dioniso Compañía Artística. El cambio no es un rebranding, es el cierre de un ciclo y la apertura de otro. Algunos miembros están fuera del país. Otros exploran nuevas disciplinas. No hay un plan industrial ni una línea programática fija. Hay una pregunta. “¿Quiénes somos ahora?”, cuenta Otto. Y sobre esa pregunta, la certeza de que “el arte no es solo un medio, es una forma de estar juntos”, apunta.

Antes de despedirnos, hablamos del Teatro Luis Poma, el espacio donde la obra se estrenó el pasado 13 de noviembre y donde quedarán dos funciones finales este 15 y 16 de noviembre de 2025. Otto lo define como una casa que les dio un voto de confianza incluso antes de ver la obra montada. Emy lo resume en algo breve. Ella debutó sobre estas tablas como actriz y ahora debuta como directora. El teatro como círculo. O como cronémica.

Un papel sencillo con un mensaje de buena suerte recuerda que, a veces, el teatro se sostiene tanto de oficio como de afecto. Foto: Mediana.

Cuando les pido una palabra para definir la obra, Otto dice: “transformación”. Emy dice: “encuentro”. Entre ambas, aparece lo esencial. Nada se resuelve sin mirar lo que fuimos, pero tampoco sin aceptar el presente. Creo que ese es el recordatorio final. El tiempo no corre en línea recta; corre en espiral. Lo que dejamos atrás, sigue adelante. Las entradas para ver esta obra se pueden adquirir en www.teatroluispoma.com y en taquilla.

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