La edición de verano de Guatemala Fashion Week 2025 reunió a destacados diseñadores regionales para celebrar la moda como identidad y plataforma de futuro.
No hay muchas industrias en Guatemala que se atrevan a hablar del país con el cuerpo. La moda lo hace, y eso queda claro, otra vez, en la más reciente edición de Guatemala Fashion Week, celebrada esta vez bajo el nombre Summer Edition 2025 presented by Siman. El evento reunió a una escena completa: diseñadores que regresan, otros que se reinventan, marcas que consolidan su lugar y una comunidad que se reconoce en el encuentro. El público, siempre fiel y curioso, se dio cita no solo para ver, sino para entender hacia dónde va la moda hecha en Guatemala y la región.
La Finca San Cayetano, en San Juan Alotenango, fue la sede del evento. Como ya es habitual, la jornada comenzó antes de las pasarelas, con una pre-party llamada The Last Summer Sunset. Un ritual social para encender el ambiente previo a los desfiles. Entre copas, saludos y selfies, quedó claro algo que la industria guatemalteca ha cultivado con paciencia: la moda como una forma de pertenencia.
Ya sobre la pasarela, la colección de Siman abrió con lo esencial. Prendas pensadas para durar más allá de una estación, en tonos neutros, telas nobles y siluetas amplias que parecían caminar solas. Luego llegó Eduardo Figueroa, un veterano de estas plataformas, que presentó Resort 26, una colección delicada, casi etérea, de textiles livianos, colores pastel y cortes pensados para una mujer que no quiere elegir entre comodidad y estilo.


La moda también puede ser memoria. Ahí apareció Raíz Futura, la colección de Vitto Murga, que como su nombre lo sugiere, se construye entre lo que fuimos y lo que queremos ser. Tejidos jaspe, técnicas ancestrales, artesanos de Sololá, Sacatepéquez y Chiquimula, y una puesta en escena que supo empujar lo tradicional hacia lo contemporáneo sin perderle el respeto.

Mynor Véliz fue más íntimo. Su colección Samsara surgió después de una pausa de tres años. Fue, en sus palabras, una búsqueda. Lo que mostró en pasarela fue una exploración sobre los ciclos de la vida, la repetición, la pérdida de forma. Piezas con costuras expuestas, bordes sin terminar, transparencias y telas que insinuaban la piel. El suyo fue un desfile más conceptual, con menos color, pero con más materia.

La diseñadora panameña Zunilda Gutiérrez presentó Portobelo, una colección que evocó la herencia afrodescendiente, la libertad bohemia y las raíces caribeñas. Sus piezas, de carácter campestre y orgánico, trajeron otra textura al evento y dan muestra que la región también puede entenderse a través del diseño.

Al cierre, la fiesta final sirvió como anuncio de la próxima edición, que se celebrará del 12 al 14 de noviembre. Ahí, según adelantó la organización, se verá en plenitud el sistema de moda que se está construyendo en Guatemala. Uno que incluye pasarelas, showrooms, encuentros profesionales y, sobre todo, la posibilidad de seguir haciendo país desde el oficio del vestir.