Durante años se pensó que la única forma de corregir las orejas separadas era en el quirófano. Hoy el Dr. Andrés Hernández trae a El Salvador una alternativa segura y estética sin bisturí. La otomodelación es una técnica que transforma desde lo pequeño.
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Hay quienes nacen con las orejas un poco más separadas del cráneo. A veces, esa pequeña diferencia anatómica basta para convertirse en una herida emocional que atraviesa la infancia, se acentúa en la adolescencia y sigue presente, silenciosa, durante la adultez. Es una de esas cosas que, para quien no la sufre, pueden parecer menores, pero para quien la vive, pueden determinar la forma en que se peina, la manera en que se mira al espejo y, muchas veces, hasta el nivel de seguridad con el que camina por el mundo.
En El Salvador, esa historia está comenzando a cambiar. En una clínica de aroma fresco, donde los rostros entran y salen con pequeños signos de transformación, el Dr. Andrés Hernández ha traído una técnica estética que hasta hace poco parecía exclusiva de quirófanos y cirujanos plásticos: la otomodelación. Y lo ha hecho sin bisturís, sin anestesia general, sin cicatrices. Solo con conocimiento, precisión y un hilo.
“La otomodelación es un procedimiento sin cirugía, donde tú no tienes que entrar al quirófano, donde no necesitas anestesia general, donde no realizamos un corte en la oreja”, dice el doctor, mientras repasa con las manos el contorno invisible de un pabellón auricular en la pantalla de su iPad. “Vamos a hacer un pequeño orificio de entrada, del tamaño de una aguja, donde vamos a moldear tu cartílago con un hilo. Es increíble cuando lo ves".
Un caso personal e íntimo
La historia comenzó, como muchas cosas importantes, con una conversación íntima. Su esposa, Agneta, también parte del equipo de la clínica Andher, le habló un día sobre algo que la había incomodado desde hacía años: la forma de sus orejas. “Tú sabes cómo es el amor”, cuenta Andrés. “Uno dice ‘no, si ni se nota’. Pero ella lo sentía, y cuando vio que en Brasil estaban haciendo este procedimiento sin cirugía, me dijo: ‘usted va a ir a aprenderlo’. Y así fue".
El doctor se entrenó en Belo Horizonte, una ciudad del sudeste brasileño donde se practica la técnica con el respaldo de la medicina estética avanzada. No fue un curso cualquiera. “Empezábamos a las 8 de la mañana y terminábamos a las 2 de la mañana del siguiente día”, recuerda. Durante cinco días, aprendió no solo a aplicar la técnica, sino también a prevenir complicaciones, entender las estructuras anatómicas, practicar en institutos de cadáveres y acompañar a los pacientes con empatía.
“Yo me gradué de Medicina”, enfatiza. “Y en estética, la base es la anatomía. La oreja tiene partes como el hélix, el antihélix, el pabellón... saber exactamente dónde poner cada punto de sutura es lo que hace que esto funcione. No usamos ningún producto externo. Solo un hilo, anestesia local y conocimiento técnico”.
"Es increíble cuando lo ves, un solo hilo y conocimiento anatómico lo cambian todo", Dr. Andrés Hernández.
Lo que la cirugía plástica corrige con bisturí y puntos de sutura internos, la otomodelación lo hace con una técnica de mínima invasión. El hilo que se utiliza (invisible a los ojos después de cicatrizado) moldea la curvatura de la oreja hasta acercarla a un ángulo natural de unos 30 grados respecto al cráneo. Para personas cuya abertura es de 60 u 80 grados, esto puede significar un cambio visual evidente y una revolución interna.
“Una paciente de 21 años me dijo que nunca había podido hacerse una cola de caballo. Que no le regalaban aritos porque no los usaba. Cuando salió del procedimiento dijo: ‘hoy sí me voy a hacer colas, hoy sí voy a usar aritos’”, cuenta Andrés. “Es medicina también. Porque no solo curamos enfermedades, también ayudamos a que la gente se sienta mejor consigo misma”.
Los resultados son permanentes. En los primeros siete días hay inflamación, como ocurre con cualquier procedimiento que implique cartílago, pero al cabo de un mes el paciente ya no siente dolor ni molestias. “El resultado final se ve a los seis meses. La oreja cicatriza con la nueva forma. Incluso si el hilo se retira, la forma ya no cambia. Ya tomó su lugar”, explica.
Prepararse para el cambio

El procedimiento está recomendado para personas desde los siete años hasta los 65, y es especialmente útil para quienes han vivido con inseguridad sobre la forma de sus orejas pero no desean someterse a una cirugía plástica. “Nosotros tenemos bien marcados los límites de lo que podemos hacer como médicos estéticos. No tocamos el tamaño del lóbulo ni reducimos la oreja. Solo moldeamos la forma, y eso lo hacemos con evidencia, conocimiento y seguimiento”, aclara.
Ese seguimiento es otro de los pilares de la clínica Andher. El paciente es evaluado previamente para saber si es apto, se le explican los cuidados y se le da tratamiento preventivo. Después del procedimiento, se le acompaña con controles diarios durante una semana, luego semanales hasta completar el mes. “Si hay dolor, se trata. Si hay alguna duda, se resuelve. Nuestro equipo está para apoyar”, afirma el doctor.
La evaluación es gratuita. Y no se realiza el procedimiento el mismo día, justamente porque requiere preparación, conciencia y planificación. “Es importante que el paciente sepa lo que puede esperar. Que entienda que esto no es magia, pero sí es un avance médico que puede cambiar la manera en que se ve y se siente”.
Un punto para reflexionar
A estas alturas de la historia, uno podría pensar que el texto es solo una celebración de la estética como solución. Pero lo cierto es que, como muchas otras cosas, también es una invitación a pensar. ¿Por qué un detalle tan pequeño como la forma de una oreja puede marcar tanto la vida de una persona? ¿Qué nos dice eso sobre los estándares de belleza, sobre las burlas escolares, sobre el lugar que ocupamos en el cuerpo que habitamos?
"Nosotros no realizamos ningún procedimiento sin evidencia científica y respaldo", Dr. Andrés Hernández.
“En el colegio, había personas que hasta te hacían burla por las orejas grandes”, dice el doctor con la voz un poco más baja. Y basta con recordar alguna escena de la infancia para saber que tiene razón. No se trata solo de estética. Se trata de cómo crecemos, de cómo aprendemos a esconder partes de nosotros mismos para sobrevivir, de cómo llegamos a creer que mostrar ciertas cosas (unas orejas, una cicatriz, un gesto) es motivo de vergüenza.
Entonces, sí: moldear una oreja puede ser un gesto profundamente personal. Pero también es una grieta por donde asomarnos a una conversación más grande. Sobre cómo queremos vivir en nuestros cuerpos, qué cosas podemos decidir cambiar y cuáles deberíamos aprender a amar. En todo caso, que esa decisión sea nuestra. Y que si alguien decide acercarse al espejo y sentirse un poco más en paz con lo que ve, también podamos celebrar eso.
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Clínica Andher es un centro especializado en medicina estética no invasiva, dirigido por el Dr. Andrés Hernández, médico graduado con formación en anatomía y experiencia en procedimientos estéticos avanzados. La clínica ofrece servicios como armonización facial, rinomodelación y otomodelación, destacándose por utilizar técnicas seguras, sin cirugía, con respaldo científico.
Su filosofía se basa en la ética profesional, la evidencia médica y el trato personalizado. El Dr. Hernández prioriza la seguridad y naturalidad en cada procedimiento, asegurando resultados acordes con las características individuales de cada paciente. En Clínica Andher, la estética no busca transformar radicalmente, sino mejorar de forma sutil y respetuosa aquello que el paciente desea armonizar. Cada intervención es precedida por una evaluación médica cuidadosa y un acompañamiento cercano durante todo el proceso. Con un enfoque honesto y profesional, Clínica Andher se ha posicionado como un referente en medicina estética en El Salvador y Centroamérica.